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sábado, 29 de octubre de 2022

Alma de oro, poemas románticos

Alma de oro por Ricardo Miró


Ricardo Miró, uno de los grandes escritores panameños, cuyas obras me deleitaron desde la infancia, despliega en sus versos una lira poética de gran claridad. Sus floridas frases románticas nos transportan a tiempos remotos y nos permiten percibir el aroma del tiempo, entre flores amarillentas y párrafos colmados de luz y amor.

Venus Maritza Hernández

Poemas de Ricardo Miró

Alma de oro

«No camines descalza cuando vayas por los montes,
que en los montes florecen las espinas y zarzas…»

Señor, mi Dios, ¿en dónde podré encontrar aquella
olímpica tristeza que presidió su vida?...
Fue dolorosa y muda, lo mismo que una herida;
brillaba sin saberlo, lo mismo que una estrella.
Grabada está en mi mente su indefinible risa;
aquella amarga risa llena de dulce encanto,
que no sé si era risa húmeda toda en llanto,
o acaso alguna lágrima que se volvió sonrisa.

Creyó la vida llena de pétalos de rosa
y desnudas sus breves plantas de seda y rosa
cruzó por los senderos tras de bellos mirajes,
y cayó, con su amarga risa en los labios rojos,
con los pies destrozados por todos los abrojos
y el alma desgarrada por todos los ultrajes.

Brisas de primavera


Cuando pasa Mimí con su sombrilla
color de perla con encajes rosa,
si la miro, su sangre tumultuosa
le retoza en la diáfana mejilla.
Por verla me detengo, y la chiquilla,
como una colegiala maliciosa,
se recoge la falda rumorosa
y descubre la ebúrnea pantorrilla.

Mi alma, toda entera, se estremece
blandamente, lo mismo que se mece
el lirio acariciado por la brisa.
Y Mimí, con un modo que provoca,
vuelve la faz, en tanto que su boca
dibuja una diabólica sonrisa.

Tu recuerdo es piadoso


En vano, en vano trato de olvidarte… Persiste
en mí el grato recuerdo de tu imagen radiosa,
lo mismo que persiste la nota melodiosa
en las concavidades de una bóveda triste.

Un día sobre el yermo de mi vida surgiste,
y como aquella samaritana bondadosa,
acercaste a mis labios el agua milagrosa
de tus besos más dulces y luego… te perdiste.
A veces un recuerdo que surge de lo ignoto,
desenvuelve a mis ojos aquel tiempo remoto
en que alegraron mi alma tus risas argentinas.

Porque entre los escombros de mis sueños más puros
tú eres como esas yedras piadosas que en los muros
cubren la desolada desnudez de las ruinas.

Señora: no renueves el daño que me hiciste;
no avives sobre el yermo de mi vida tediosa
la huella de tus pasos, amable y luminosa,
que a través de los años en mi ánima persiste.

No tienen sed mis labios… el agua que me diste
de tu ánfora repleta de savia milagrosa,
sació todas las ansias de mi alma dolorosa…
y por eso, señora, estoy enfermo y triste.

Tú fuiste alegre y blanca; me diste tu belleza,
y yo en mis amarguras te colgué mi tristeza
como un manto de luto sobre los níveos hombros.
De entonces, al mirarte girar sobre mis ruinas
me finges una de esas joviales golondrinas
que alegran la infinita mudez de los escombros.



Mujer romántica


Ella fue una romántica perdida
que amó los versos y adoró las flores
y que llenó de pájaros cantores
el jardín silencioso de su vida.
Amó una vez, y -candidez divina
que tienen la mujer y la paloma-
tomó la rosa y aspiró el aroma
sin sospechar, tras de la flor, la espina.
Después, calladamente, tristemente,
cerró los labios y bajó la frente,
y ante la verde mar murmuradora,
esperando la vuelta prometida,
se fué quedando, sin sufrir, dormida,
como un pomo que al viento se evapora


Melancolía


Hoy lo mismo que ayer… Tal vez mañana
recordarás con pena este pasado,
cuando ya esté mi corazón helado
y cuando tenga la cabeza cana.

¡Y pensar que yo pude en tu ventana
ser el galante trovador soñado
y así como Romeo enamorado
oír cantar la alondra en la mañana!...

Tu juventud se va; se va la mía…
y mientras muere, sobre el mar, el día
me torturo en pensar que estás muy lejos,
en que nos mata idéntica congoja,
y cada tarde azul que se deshoja
nos deja más sombríos y más viejos.

Autor: Ricardo Miró

Luego de extasiar mis sentidos con éstos poemas de Ricardo Miró, con sus letras de caballero de época, y refinamiento. Escucho los suspiros de las épocas, acompañadas de amaneceres y atardeceres nostálgicos visionados a través de sus versos.

Venus Maritza Hernández