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lunes, 16 de junio de 2025

El misterioso hombre que olía a rosas

Ilustración del misterioso hombre que desprende aroma a rosas, inspirado en el cuento de Ricardo Miró.
















Percibo en este cuento una doble intención del autor. Cuando el personaje que desprende aroma a rosas juzga al otro, ese que solo observa sin intervenir ante la agonía de las flores, parece anticiparse a una crítica profunda: la de quienes, frente a las injusticias de la vida o del mundo, prefieren la pasividad cómoda del espectador.

El hombre perfumado con rosas representa, entonces, al que actúa, al que se involucra, y por ello recibe un don divino. En contraste, el otro encarna a aquellos que, por su indiferencia e hipocresía, no merecen recompensa alguna. Es una advertencia velada a todos los que eligen no hacer nada cuando más se necesita su acción.

Venus Maritza Hernández

El hombre que olía a rosas
Autor: Ricardo Miró

domingo, 15 de junio de 2025

El viejo entre las sombras













El cuento: El Viejo, del autor Ricardo Miró transmite una valiosa lección sobre la sabiduría y la prudencia en nuestra vida diaria. A través del personaje del viejo, se nos invita a ser cautelosos en nuestras acciones y en las palabras que expresamos, ya que estas pueden afectar tanto a los demás como a nosotros mismos. 

La historia destaca la importancia de pensar antes de actuar o hablar, evitando causar daño o malentendidos. Con un mensaje atemporal, este relato nos recuerda que la prudencia es fundamental para mantener buenas relaciones y vivir con equilibrio.

Venus Maritza Hernández


 El viejo

Autor: Ricardo Miró

Yo iba por un ancho camino lleno de sombra y de paz. Bajo mis plantas, la arena de la senda brillaba como oro en polvo en aquel maravilloso día de primavera.

En una revuelta del camino vi delante, sentado sobre una piedra blanca como un altar, a un anciano de barba blanca como aquella piedra y de ojos azules y profundos como el cielo. Parecía un sacerdote de los antiguos tiempos, en oración.

—-Buenos días, buen hombre —le dije al pasar.

Buenas tardes, joven—- me respondió el anciano.

Y me detuve, sorprendido. Lo miré, luego miré al cielo y vi que, en efecto, el crepúsculo se apagaba en el Océano. Yo no hab(a advertido que el día tocaba a su fin.

—Qué llevas en la mano?— me preguntó el viejo. —Es acaso una

—No buen hombre: es mi corazón. . .

—Haces mal, y si no lo guardas, se te deshojará en el camino. Ahora bien: como has tenido virtud para sacártelo del pecho, la tendrás para llevarlo en adelante entre tu cabeza. . . - -Señor: vos no sois honrado. . .

—Veo que eres sincero, joven.

—Señor, mi lengua no puede desobedecer lo que mi corazón le manda.

—Haces mal, joven, La sinceridad es la peor de las impertinencias. Si tu superior te pide su aprobación a cualquiera de sus actos, apruébalo, porque si te permites opinar te odiará y te perseguirá. Límpiate los dientes aunque no hayas comido, porque si le pides un duro a un amigo diciéndole que tienes hambre, no te lo dará y te despreciará. 

Si quieres a una mujer, no le confieses nunca que sólo tienes un pan que compartirás con ella, porque se reirá de ti' y se irá con los que le ofrezcan diamantes y no le den luego ni el pan que tú le ofreciste. 

Si la mujer de tu amigo le es infiel y todos lo burlan, no se lo digas, porque te llamará calumniador y te matará para lavar la honra de su mujer. Si.

--Señor, pero eso es horrible.

-Es la verdad. Conque si quieres ser feliz, lleva el corazón en la cabeza y la mentira en los labios.


Conclusión


El protagonista, el soñante, despierta lentamente. Lo vivido pudo ser un sueño o tal vez un viaje astral, pero emerge con un punzante dolor de cabeza y las palabras del viejo resonando en su mente: “con el corazón en la cabeza y la mentira en los labios.” Siente en lo profundo la urgencia de seguir ese consejo, comprendiendo que la verdad y la prudencia deben ser las luces que guíen su camino.


Venus Maritza Hernández

sábado, 29 de octubre de 2022

Alma de oro, poemas románticos

Alma de oro por Ricardo Miró


Ricardo Miró, uno de los grandes escritores panameños, cuyas obras me deleitaron desde la infancia, despliega en sus versos una lira poética de gran claridad. Sus floridas frases románticas nos transportan a tiempos remotos y nos permiten percibir el aroma del tiempo, entre flores amarillentas y párrafos colmados de luz y amor.

Venus Maritza Hernández

Poemas de Ricardo Miró

Alma de oro

«No camines descalza cuando vayas por los montes,
que en los montes florecen las espinas y zarzas…»

Señor, mi Dios, ¿en dónde podré encontrar aquella
olímpica tristeza que presidió su vida?...
Fue dolorosa y muda, lo mismo que una herida;
brillaba sin saberlo, lo mismo que una estrella.
Grabada está en mi mente su indefinible risa;
aquella amarga risa llena de dulce encanto,
que no sé si era risa húmeda toda en llanto,
o acaso alguna lágrima que se volvió sonrisa.

Creyó la vida llena de pétalos de rosa
y desnudas sus breves plantas de seda y rosa
cruzó por los senderos tras de bellos mirajes,
y cayó, con su amarga risa en los labios rojos,
con los pies destrozados por todos los abrojos
y el alma desgarrada por todos los ultrajes.

Brisas de primavera


Cuando pasa Mimí con su sombrilla
color de perla con encajes rosa,
si la miro, su sangre tumultuosa
le retoza en la diáfana mejilla.
Por verla me detengo, y la chiquilla,
como una colegiala maliciosa,
se recoge la falda rumorosa
y descubre la ebúrnea pantorrilla.

Mi alma, toda entera, se estremece
blandamente, lo mismo que se mece
el lirio acariciado por la brisa.
Y Mimí, con un modo que provoca,
vuelve la faz, en tanto que su boca
dibuja una diabólica sonrisa.

Tu recuerdo es piadoso


En vano, en vano trato de olvidarte… Persiste
en mí el grato recuerdo de tu imagen radiosa,
lo mismo que persiste la nota melodiosa
en las concavidades de una bóveda triste.

Un día sobre el yermo de mi vida surgiste,
y como aquella samaritana bondadosa,
acercaste a mis labios el agua milagrosa
de tus besos más dulces y luego… te perdiste.
A veces un recuerdo que surge de lo ignoto,
desenvuelve a mis ojos aquel tiempo remoto
en que alegraron mi alma tus risas argentinas.

Porque entre los escombros de mis sueños más puros
tú eres como esas yedras piadosas que en los muros
cubren la desolada desnudez de las ruinas.

Señora: no renueves el daño que me hiciste;
no avives sobre el yermo de mi vida tediosa
la huella de tus pasos, amable y luminosa,
que a través de los años en mi ánima persiste.

No tienen sed mis labios… el agua que me diste
de tu ánfora repleta de savia milagrosa,
sació todas las ansias de mi alma dolorosa…
y por eso, señora, estoy enfermo y triste.

Tú fuiste alegre y blanca; me diste tu belleza,
y yo en mis amarguras te colgué mi tristeza
como un manto de luto sobre los níveos hombros.
De entonces, al mirarte girar sobre mis ruinas
me finges una de esas joviales golondrinas
que alegran la infinita mudez de los escombros.



Mujer romántica


Ella fue una romántica perdida
que amó los versos y adoró las flores
y que llenó de pájaros cantores
el jardín silencioso de su vida.
Amó una vez, y -candidez divina
que tienen la mujer y la paloma-
tomó la rosa y aspiró el aroma
sin sospechar, tras de la flor, la espina.
Después, calladamente, tristemente,
cerró los labios y bajó la frente,
y ante la verde mar murmuradora,
esperando la vuelta prometida,
se fué quedando, sin sufrir, dormida,
como un pomo que al viento se evapora


Melancolía


Hoy lo mismo que ayer… Tal vez mañana
recordarás con pena este pasado,
cuando ya esté mi corazón helado
y cuando tenga la cabeza cana.

¡Y pensar que yo pude en tu ventana
ser el galante trovador soñado
y así como Romeo enamorado
oír cantar la alondra en la mañana!...

Tu juventud se va; se va la mía…
y mientras muere, sobre el mar, el día
me torturo en pensar que estás muy lejos,
en que nos mata idéntica congoja,
y cada tarde azul que se deshoja
nos deja más sombríos y más viejos.

Autor: Ricardo Miró

Luego de extasiar mis sentidos con éstos poemas de Ricardo Miró, con sus letras de caballero de época, y refinamiento. Escucho los suspiros de las épocas, acompañadas de amaneceres y atardeceres nostálgicos visionados a través de sus versos.

Venus Maritza Hernández