Amelia Denis de Icaza nació en la ciudad de Panamá en 1836 y es reconocida como la primera mujer panameña en dejar una huella visible en la literatura nacional. Fue una voz temprana, sensible y profundamente conectada con la patria, la naturaleza y el alma femenina, en una época en la que pocas mujeres lograban publicar sus pensamientos en verso.
Su obra, aunque breve, es una de las más representativas del romanticismo panameño y fue marcada por la melancolía, el sentimiento patriótico y una ternura que atraviesa el tiempo.
Desde muy joven demostró talento para la poesía, y sus primeros versos comenzaron a circular en periódicos y revistas de la época. Fue una mujer culta, apasionada por las letras, y aunque vivió en una sociedad donde las oportunidades literarias eran escasas para las mujeres, logró destacar por la fuerza emocional de su palabra escrita.
La pérdida, la nostalgia, el amor y el desarraigo son temas que cruzan sus textos, especialmente en su poema más conocido: “Al Cerro Ancón”, escrito cuando Estados Unidos tomó posesión de esa zona del territorio panameño.
En ese poema, Amelia expresa su tristeza por la pérdida del cerro querido, símbolo del paisaje patrio y de su infancia, convertido ahora en un lugar extranjero. Esa pieza la consagró como una figura clave en la construcción de la identidad nacional.
A lo largo de su vida vivió en distintas ciudades, incluyendo Guatemala y Nicaragua, pero siempre mantuvo vivo su amor por Panamá. Su existencia fue discreta, dedicada a la familia y a las letras, sin grandes reconocimientos en vida. Sin embargo, con el paso del tiempo, su nombre ha sido rescatado por generaciones posteriores que ven en ella no solo una pionera, sino también una artista profunda y genuina.
Amelia Denis de Icaza falleció en 1911, dejando un legado que, aunque pequeño en cantidad, es inmenso en valor histórico y literario. Hoy es recordada como la primera gran voz femenina de la poesía panameña, una mujer que supo hablar con delicadeza y firmeza desde un rincón donde la patria, la memoria y la sensibilidad femenina se fundieron en versos eternos.
Poemas
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